
Maud Wagner, la primera mujer tatuadora de la historia
Si eres amante de los tatuajes, seguro que habrás escuchado alguna vez el nombre de Maud Wagner, y es que aunque pocxs la conocen, ella fue la primera mujer tatuadora de los Estados Unidos. Fue una mujer insólita y atrevida que rompió con los grandes estereotipos de finales del siglo XIX y arrasó en un mundo del tatuaje que, por aquel entonces, estaba totalmente compuesto por hombres.
Sin duda estamos hablando de uno de los hitos más importantes de la mujer en la historia de los tatuajes, Maud Wagner que nació en 1877 en Kansas además de ser la precursora femenina del mundo de los tatuajes, fué una de las mujeres con más tatuadas de la época, algo muy poco habitual.
Estás a punto de adentrarte en la historia que envuelve la vida de esta gran mujer, llena de magia y sorpresas, una historia que merece la pena ser conocida por todxs lxs enamoradxs de los tatuajes
Rompiendo esquemas y estereotipos en el mundo de los tatuajes
Durante su juventud, Maud Wagner se dedicaba al contorsionismo y a las acrobacias en distintos circos norteamericanos. En aquella época, los tatuajes en las mujeres estaban muy mal vistos, ya que solo llevaban tatuajes las mujeres “de mala vida”, como eran por ejemplo las prostitutas.
Cuando Maud cumplió los 27 años, estuvo varios meses con su circo en Louisiana. Allí fue donde cupido hizo de las suyas. Gus Wagner, conocido como “el hombre ilustrado” por ser el hombre más tatuado de Estados Unidos, estaba disfrutando del espectáculo del circo de Maud, cuando el amor a primera vista causó efecto, y su mejor táctica para conquistarla fue ofreciéndose a tatuarle una de sus piezas.
Gus Wagner era un reconocido artista del tatuaje, su técnica se caracterizaba por realizar los tatuajes a mano, sin usar máquina, con tan solo una aguja y tinta (stick and poke o handpoke). Gus aprendió esa técnica directamente de tribus de Java y Borneo.
Como no podía ser de otra forma, Maud aceptó su cita a cambio de un tatuaje. Lo que vino después fué una bonita y diferente historia de amor. Gus le enseñó a tatuar, pasaban tanto tiempo juntos que ambos se enamoraron de sus virtudes y defectos, y esto derivó en boda.
La vida de Maud Wagner, el espectáculo de los tatuajes
Fue a partir de su boda con Gus, que Maud Wagner pasó de las acrobacias de circo al show de los tatuajes. Juntos recorrieron los Estados Unidos tatuando, y su técnica tan bien trabajada triunfó por todos lados, ya que por aquel entonces las máquinas de tatuar eran escasas.
El amor de Maud por los tatuajes era tan grande, que incluso comenzó a autotatuarse todo el cuerpo, su mentalidad era que su cuerpo era un lienzo en blanco en el que podía plasmar su arte, tal arte que comenzó a ser ella su propio espectáculo. La conocían como “la mujer hiper tatuada” y se exhibía en todo tipo de eventos y ferias de Estados Unidos.
Con el tiempo Maud y Gus tuvieron una hija, la llamaron Lovetta. A la que desde los 9 años le enseñaron el arte de tatuar a handpoke bajo la supervisión de ambos. Como no podía ser de otra forma, ella también acabó dedicándose al mundo de los tatuajes, pero sin ningún tatuaje en su piel.
Para muchas de las mujeres de finales del siglo XIX e inicios del XX que vivían del espectáculo, tatuarse fue una manera de llamar la atención del público y atraer miradas. Los tatuajes de Maud, que a sus 33 años ya cubrían todo su cuerpo, reflejaban sobre todo culturas occidentales. La gente se quedaba impresionada con todos sus diseños de animales míticos, bestias salvajes, plantas exóticas y personas indígenas. Sin duda Maud Wagner fue todo un ícono del espectáculo y del mundo de los tatuajes.
Maud Wagner, la precursora de los tatuajes femeninos
Maud Wagner fue una de las primeras artistas femeninas conocidas que se dedicaba a la práctica del tatuaje de forma profesional. Gracias a la técnica del stick and poke o handpoke que aprendió de su marido, se convirtió en una artista con un gran talento, que realizaba tatuajes muy pequeños, llenos detalles y de forma totalmente artesanal.
Maud Wagner falleció en 1961 en Oklahoma, a sus 84 años de edad, pero nos dejó una herencia indiscutible de la presencia femenina en el mundo de los tatuajes, tanto como profesional, como lienzo humano.
Su vida, sin duda, fue una historia llena de valentía, curiosidad y atrevimiento en una época donde las mujeres vivíamos en una sociedad dominada por hombres. (Podéis conocer más historias sobre la vida de Maud Wagner en el libro de “The tattooed Lady: a history”, relatado por Amelia Klem Osterud y publicado por la revista Think & Ink).
Y ya por acabar, os dejamos con una anécdota que seguro que generará un gran debate, y es que las colecciones de los diseños de Maud Wagner no sobrevivieron al paso del tiempo, mientras que los que hacía su marido, sí. ¿A qué no os lo esperábais? Al menos Maud nos dejó, con su atrevimiento y valentía, un gran legado de emancipación, un gran paso más por la lucha en la igualdad de género.
¡Nos vemos pronto por el estudio!